La realización del amor humano lleva, inevitablemente, al encuentro del alma gemela. Es un deseo descrito por Platón en uno de sus mitos (el del "Andrógino", precisamente en su diálogo llamado "El Banquete o del Amor"), y es considerado en muchas diferentes tradiciones y textos sagrados. En la Biblia por ejemplo, se nos explica cómo Dios hace, a partir de un único ser humano, dos seres diferenciados también conforme a Su imagen y semejanza: la mujer y el hombre. Las teologías de la New Age hacen distinciones entre Alma Gemela, LLama Gemela, Alma Compañera, Espíritu Afín...
Pero, ¿quién es el alma gemela? La respuesta ya ha sido facilitada por otros muchos antes, aunque este aprendiz se esforzará en resumirlo. Un alma gemela es aquél o aquélla que se siente afortunado por cada instante que vivirá a tu lado. ¿Qué virtudes revelan al alma gemela? Todas aquéllas que hacen florecer sin trabas el amor. Dignidad, confianza, sinceridad, respeto, autenticidad, y otras muchas... surgen y fluyen sencillamente, de manera natural. Un alma gemela te reconoce por tus cualidades y no por tus defectos, aunque éstos no le son invisibles, se goza en aprovechar cada oportunidad para rescatar lo mejor de ti y ayudarte a desarrollar tu felicidad. He aquí una ligera semblanza del alma gemela.
Mas en el Amor, en las cualidades expansivas, radiantes, desinteresadas y fértiles del Amor, podemos considerar al alma gemela como maestro, guía, compañero en el aprendizaje... Imaginad cómo sería el mundo si nos comportáramos los unos con los otros como ante nuestra alma gemela, nuestro complemento ideal. El amor requiere que busques, experimentes y comprendas. Que cedas, abras, dejes de ser en ti y seas, por fin, en él. Que desaparezcas. Gracias a que existe mi alma gemela, ya puedo desear para mí: que yo sea entonces el fragmento impecable de mi ser, alma gemela de todo aquél que roza mi vida, alma gemela de la Naturaleza y también de mis maestros. Que pueda decirle sinceramente al Amor: en ti me consumo, y tuyo soy.
Hoy, día de San Francisco de Asís, gracias, Cristina.