lunes, 21 de mayo de 2012

Del amor y de los pactos de amor


       Los antiguos romanos llamaron "fides" a la lealtad a la palabra dada. De este vocablo "fides" provienen "fe", "fidelidad" y "confianza", por ejemplo. La sugerencia es que todo pacto necesita que las partes sean fieles a lo pactado, y puedan depositar así su fe en el otro. En los pactos de amor -como el matrimonio- en los que el amor se hace materia visible, corporal, encarnada, la confianza es esencial, y su realización pasa por la palabra de la misma manera que se autentifica en los gestos y se verifica en los hechos. ¿Confianza en qué? En que sometemos nuestra voluntad libremente, y en que somos capaces de dominarnos a nosotros mismos; es decir: seremos fieles, confiables. ¿Confianza en quién? En ése ser que ya ha pronunciado el amor, trayéndole al mundo; confianza en que no se desatará el lazo que la palabra ha creado. Un pacto de amor, entonces, supone mucho más que un pacto de convivencia, tiene la trascendencia de hacer realidad el Amor: "yo soy el amor por el que me hago tuyo. Mía es la promesa por la que me uno a ti y me mantengo en ti. Así puedo mostrarme ante el universo entero diciendo que, en verdad, soy uno contigo, voluntariamente, hasta el fin". Si el verdadero amor es atado y manifestado, que nada ni nadie que no sea él mismo lo pueda desatar. Por éso puede y debe decirse: lo que Dios -el Amor- une, que nadie lo separe.
     


lunes, 7 de mayo de 2012

Del amor real


Pedid, y se os dará; 
buscad, y hallaréis; 
llamad, y se os abrirá. 
Porque todo aquél que pide, recibe; 
el que busca, halla; 
y al que llama, se le abrirá.

                                   Mateo 7,7