jueves, 27 de octubre de 2011

Del amor y del asombro

Graphic Art - 13 de 48. Ángela Galindo

       El amor vive en el asombro -que no del asombro- en la medida en que él mismo es asombroso. Asombrar es hacer sombra; sugiere que algo alcanza la altura, el tamaño o el modo en que su sombra se extiende sobre nosotros y sobre la sombra que nosotros proyectamos. Por éso también se usa como sinónimo de susto o espanto. O de admiración. Es cierto que a veces el amor asusta, pero es un estado patológico que desatan los temores relacionados con la pérdida del control, aquellas cadenas que preferimos a ésto del fluir, ceder, liberar... Otras veces sorprende, maravilla y escandaliza. Porque el amor es así. Rompe las etiquetas de lo conocido y borra los límites de la comprensión habitual del mundo. Te lleva de la sensación al pensamiento, y luego de vuelta; y de nuevo vuelve a quebrarte los esquemas hasta agotar la mente racional ...Hasta hacerse sentimiento. De alguna manera es tu corazón diciéndole a tu cerebro lo que tiene que pensar; y nuestro organizador, tan arquitecto él, tan constructor, se desbarata, se admira y se asombra. Se rinde. Y el amor le dispensa.

       Con gratitud y asombro, para Ángela.