Llamamos a las cosas por su nombre. A veces conocemos el nombre pero desconocemos las cosas; es decir: lo que significa propiamente el nombre con el que las llamamos. Mas, en el caso del Amor... ¿Qué es? ¿Quién es? ¿Cómo es? ¿De cuándo es? ¿De dónde es? ¿De quién es? ¿Por qué es? ¿Por quién es? ¿Para qué es? ¿Para quién es?
Siempre podemos improvisar, no pasa nada... pero, aunque sea por puro afán intelectual, es mejor saber que no saber.